Después del confinamiento que representó una parada casi total de la actividad y acción humana hacia los ecosistemas y la natura. Vimos como la misma natura crecía a pasos descomunales y nos mostró su cara más sorprendente y agradable durante unas semanas.
Después de esta parada de tal riqueza, nos tocó volver a los ríos como posesos con una apasionada ansía para volver a pescar, viniendo de un largo encarcelamiento montando cientos de moscas, repasando una y otra vez la puesta a punto de nuestro material de pesca. En está ocasión y oportunidad, única en nuestras vidas, el primer día que volví a recorrer mi querido río Ter con caña en mano pesqué la que hasta ahora ha sido mi trucha fario récord a mosca. Al final del artículo os dejo el video resumen.
Después de un rato de máximo disfrute, llegó la guinda del pastel. Pescando el cabezal de la corriente, lanzo mis ninfas y tal punto tocan el agua noto la picada, hago la clavada y empieza el espectáculo... Me invadió esa adictiva sensación de tener un mísil al otro lado de la línea, ritmo cardíaco de infarto pescando con un tippet de 0.12 mm de Asari Prestige. Empezó a sacar línea río abajo, yo baje corriendo con ella. Al llegar a las aguas más paradas se inició un bonito e impresionante duelo de ahora tu ahora yo entre trucha y pescador. Este duelo duró casi 18 minutos. Finalmente se dejó meter en la sacadera, a día de hoy aún no me lo creo. Una trucha fario de 72 centímetros, bien alimentada y musculada.
En definitiva, una experiencia y sensación que todo pescador queremos sentir y por la que volvemos al río una vez tras otra, para intentar conseguir nuestros propios trofeos, metas y objetivos.
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